Los huertos urbanos son más eficientes y ecológicos que los tradicionales, según afirma la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este tipo de agricultura urbana está cambiando el paisaje muchas ciudades que tienen ya numerosas explotaciones agropecuarias para autoconsumo construidas a ras de suelo o incluso en las terrazas de los edificios.
Los huertos urbanos son espacios al aire libre o de interior utilizados para el cultivo de verduras, frutas, legumbres, plantas aromáticas o hierbas medicinales, entre otras, a escala doméstica. Se llaman “urbanos” ya que esta actividad tiene lugar en el centro o en las afueras de las ciudades.
Su origen se remonta a la Revolución Industrial, donde aparecieron los primeros huertos urbanos. Unas décadas después, durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, se popularizaron gracias a que las metrópolis británicas y norteamericanas los promovieron entre sus ciudadanos para asegurar el suministro de alimentos sin depender de las importaciones. Estos cultivos denominados “Jardines de la victoria” llegaron a representar casi el 40% del consumo de verduras en Estados Unidos.
Los huertos urbanos como un movimiento de sostenibilidad ciudadana nacieron en los años 60 unidos al ecologismo. Desde entonces, son mucho más que cultivos de ciudad, son lugares utilizados para el ocio, la educación medioambiental e incluso el desarrollo de terapias en entornos naturales.
Los huertos urbanos reducen el número de intermediarios, lo que favorece el ahorro de transporte, envasado y almacenamiento. Así, los horticultores ganan más y la contaminación es menor.
La producción de estos huertos es hasta 15 veces más que una explotación rural, llegando a los 20 kg de alimento al año por m2.
Son perfectas para la agricultura urbana ya que tardan muy pocas semanas en crecer.
Se calcula que la horticultura crea un empleo por cada 100 m2 de cultivo, que, además, pueden ser desarrollados por colectivos en riesgo de exclusión social.
Esta actividad proporciona alimentos frescos a la población, crea zonas verdes, recicla desechos municipales y refuerza a las ciudades contra al cambio climático.
Los techos verdes en las ciudades reducen el consumo de energía del edificio, ya que mejoran su climatización gracias al aislamiento y la absorción del calor del sol. En este sentido, también ayudan a reducir el gasto en calefacción y en aire acondicionado. Así mismo, retienen el agua de la lluvia y aíslan del ruido exterior.
Reducen el dióxido de carbono y mejoran la calidad del aire mediante su filtración y de la fotosíntesis. De igual forma, generan un espacio para la colonización de especies locales, promoviendo la biodiversidad.
No obstante, los huertos urbanos también pueden acarrear ciertos riesgos, como asegura la agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU):
Puede provocar ruidos y olores, y, si se filtran pesticidas y abonos a las fuentes de agua, se puede poner en riesgo la salud humana y el medio ambiente.
Muchos países no han reconocido aún esta actividad legalmente en sus políticas agrícolas y urbanísticas, por lo que muchos horticultores domésticos operan sin licencia ni control.
Si quieres aprender a cultivar tus propios alimentos en casa, estos consejos te ayudarán a poder construir tu propio huerto urbano:
Elige un espacio de la casa que reciba luz natural y directa la mayor parte del día. Si esto no es posible durante todo el año, adáptalo según las horas de sol y aprovecha las estaciones más luminosas.
Elige recipientes (macetas, mesas de cultivo, jardineras de madera, jardines verticales o macetas textiles) que permitan introducir el mayor volumen de sustrato posible.
Usa sustratos orgánicos que sean porosos, ligeros y retengan los nutrientes fundamentales. La mezcla de vermicompost (60%) con fibra de coco (40%) es una buena opción.
La mejor opción para aquellos que están empezando es el cultivo de plantones. Reserva las semillas para cuando tengas más experiencia.
La forma de regar varía según el tamaño de tu huerto: riega a mano si es pequeño y por goteo si es más grande.
Las semillas normales se entierran a una profundidad de 2 o 3 veces su diámetro y las más pequeñas se mezclan con arena fina.
Debes hacerlo cuando la nueva planta supera la altura del recipiente y han brotado ya algunas hojas verdaderas.
Constructora especializada que cuida cada detalle
Pol. Ind. Juncaril
Calle Moclín, 2
18210 Peligros, Granada
Financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU
© MEPABI S.L. Todos los derechos reservados
No Comments